Estamos acostumbrados a medir la diferencia entre, por ejemplo, una bombilla u otra en función de los vatios que nos proporcionan cada una. Sin embargo, existe una nueva medida que también nos puede ayudar a cual elegir. Se trata del lumen y, a veces, resulta difícil compararlos directamente con los vatios por lo que, a continuación, te dejamos unas pautas para que entiendas la relación que existe entre ellos.
Los lúmenes se han convertido en la medida más importante para calcular la luminosidad de un producto, pero te preguntarás ¿qué son exactamente? Pues bien, un lumen es una unidad que describe la cantidad de luz proporcionada en un área determinada. Cada lumen equivale a la luminosidad que tendríamos si nos estuviéramos alumbrando con una sola vela. En definitiva, un lumen es una medida de la luminosidad en sí misma.
La diferencia principal entre estas dos unidades está en lo que se encargan de medir cada una de ellas. Los lúmenes, como hemos explicado en el párrafo anterior, se encargan de medir el brillo del producto, mientras que los vatios miden la cantidad de energía necesaria para producir un determinado brillo. A pesar de esta diferencia, en ocasiones se pueden hacer algunas correlaciones entre ellos para elegir el producto adecuado. En la siguiente tabla te mostramos algunas de las equivalencias de lúmenes a vatios. Esta varía en función del tipo de iluminaria que vayamos a utilizar:
No obstante, aunque estas correlaciones pueden ser útiles, para medir la luminosidad hay que tener en cuenta muchos más factores, como es la temperatura de color, de la que te hablaré a continuación.
La introducción de nuevas tecnologías y los consecutivos cambios en la normativa de iluminación, han llevado a que cada vez se incluyan más información en los envases de las distintas luminarias, como pueden ser la vida útil de estas y la cantidad de lúmenes que poseen. Deesta forma, se consigue comunicar al usuario la cantidad de lúmenes y la eficiencia energética de los productos, ayudándole así a elegir el más adecuado a sus necesidades.
Otra característica que quizás veas que también aparece en los envases de estos productos es la temperatura de color. Esta describe la tonalidad de la luz procedente de una fuente determinada y se mide en Kelvins. Cuanta más alta sea la medida en Kelvins, más fría parecerá la luz, siendo la de 2700K la luz más cálida.
Una temperatura de color de 5500K y superior es más similar a la luz natural, mientras que las de 3200K e inferior es más cercana a la temperatura de color de una bombilla incandescente estándar. Por tanto, la temperatura de color es otra variante que tenemos que tener en cuenta para elegir el producto cuya luminosidad se adapte más a lo que necesitamos.
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Excelente artículo sobre iluminación. Gracias
me parece muy buena la explicacion ,gracias